Monday, April 22, 2013

MADE IN CANADA


Textos escritos en Canadá entre el invierno de 2004, verano de 2011 y verano de 2012. Provincias de Québec y New Brunswick.

ESE DIOS INTERIOR

Ese Dios nuestro de cada día
que nada tiene que ver
con la circuncisión,
y que se importa bien poco
con el viernes musulmán,
con el sábado judío, el domingo cristiano
y no importa cual rito
de los tantos
que se inventan los hombres
para sentirse protegidos,
es el Dios en que creo.

Mi abuela me bautizó
para que él me cuidara.
Mi abuela, que en paz descanse.

El Dios de mi abuela
era un Dios
antropomórficamente
concebido,
una especie de hombre
poderoso y lejano
incapaz de nacer
e incapaz de morir.

Eso creí yo siempre
al verla sentada
rezando bajito.
Hoy ya no estoy tan seguro.
Tal vez
al sentir
dentro de ella la bondad
mi dulcísima abuela
podía sentir que Dios estaba
en un algún sitio escondido
muy dentro de ella
y no encontró palabras
para explicarme.

De ser así, tuvo sentido
su desvelo
porque ese Dios interior
me ha acompañado siempre.

Fue mi brújula moral
y me impidió cegarme de odio
cuando tuve las razones para hacerlo.

Ese Dios interior
me ayudaba a discernir
entre eso que llamas bien
y eso que llamo mal.

Ese Dios interior
es el Dios en que creo.

EN TIERRA DE HIPERBOREOS

En tierra de hiperbóreos
descubrí
que Patria es sólo una palabra
muy caprichosamente traducida
y que no puedo expresar
todo lo que se agita
bien dentro de mi alma
cuando te nombran
o me preguntan de dónde vengo,
querido país mío.
A veces pienso
qué es lo que pude hacer
para intentar cambiar las cosas
pero sostengo que no tuve alternativa
excepto hacer mis bultos
y largarme
adonde pude.
Ya lo sé,
el patriotismo cubano
es patriotismo del exilio.
Sólo después de haber mendigado
el pan del extranjero
y sólo después de ser
extranjero tú mismo
es que la Patria adquiere
un nuevo significado.
En tierra de hiperbóreos
no me fue mal,
incluso fui feliz,
tuve más de lo que tú pudiste darme.
Y sin embargo
cuando te pienso,
cuando vuelvo a recorrer tus calles miserables
enfermas de consignas y sinsentido común
me pregunto a mí mismo
adónde pertenezco.

Tú, que siempre oscilarás
entre el verbo del caudillo
y el delirio del consumo
¿qué puedo hacer por ti
sino olvidarte?

NOSTALGIA

Dicen
qué gordo estás,
lo dicen todos.
Pero en el norte
del Norte
eso sólo le preocupa
a quien esté cerca de ti
y cuando digo cerca
quiero decir muy cerca.

Alaban
mi sentido del humor
cuando respondo
que semejante observación
debió venir envuelta
en una frase correcta
políticamente correcta
como te ves repuesto
o ya no estás tan flaco,
tan cubanísimamente flaco.

De los amigos a quienes conocía
unos se han ido
(y deben estar tan gordos
como me dicen que estoy
los que he encontrado),
otros se han muerto
(y deben estar más flacos,
definitivamente,
mucho más flacos
de lo que estaba yo
cuando me fui).

Aquí todo sigue igual.
Los mismos “filántropos”
exhaltando una utopía
en la que no creen
y criticando el consumo
con el que sueñan.

¡Qué cosa tan estúpida la nostalgia!

LA MEMORIA DE LOS MUERTOS

Los muertos
están muertos.

No les podemos hablar,
no podemos saber
si es que estarían dispuestos
a morirse otra vez
del mismo modo,
si aceptarían
dar su vida
para que otras
personas tengan
algo que a ellos
les faltó.

Los muertos
están muertos.

Y los políticos hablan
de la gloria de esas muertes
pero nunca se animan
a morirse también.

En las revoluciones
aquellos que sobreviven
no son nunca idealistas
porque los idealistas
que sobreviven
logran hacerlo
precisamente
porque en algún momento
cambiaron sus ideales
por algo más sensato.

Si buscas una razón para morir
siempre puedes encontrarla.
Es más difícil encontrar una razón para vivir.

Me preocupa mucho más
la suerte de los vivos que la memoria de los muertos.

PROYECTO DE BANDERA

Imagina una bandera donde el rojo
simbolizase la sangre derramada
por las mujeres
aproximadamente cada treinta días.

Imagina una bandera donde el blanco
simbolizara el semen esparcido
por los hombres suficientemente afortunados
como para tener una mujer que les cobije.

Imagina una bandera donde el color azul
no tuviese más sentido que el mar
y hablo del mar entero, sin líneas divisorias.

HÉROES

Cuando recuerdo
todas las alabanzas
que poetas a sueldo
han desplegado
y despliegan
para esos hombres ya muertos
que a través del ejercicio de las armas
mataron a otros hombres
y a su vez fueron matados
vuelvo a estar en armonía
con un concepto de héroe
necrofílicamente definido.

Tal vez por haber
creído en ellas demasiado
abstracciones como Patria,
Revolución, Libertad,
me parecen cuestionables.

Una idea que nos lleva
al punto de no sentir
compasión por los otros
no es una idea buena.

LA GENTE QUE UNO AMA

Ha pasado tantísimo
tiempo
desde que yo me fui
de la isla de Cuba
que incluso su presidente
no es ya más
el Comandante en Jefe.

Ha pasado tantísimo
tiempo
desde que yo me vine
al país de los
acomodamientos
irrazonables
que incluso
ya me siento
razonablemente
incómodo.

No me ha ido peor que a otros.
No encontré lo que buscaba
pero al menos entendí
que no había nada que buscar.

Cuando vas a otro país
puedes tener tanta suerte
que alguien te deje hacer
los trabajos que se eluden.
En el país que dejaste
la gente a quien importas
será feliz al pensar
que eres feliz
allá lejos, es decir,
aquí cerquita.

Tú pensarás
que es una mariconada
sentirte mal si al menos
los puedes ayudar
a subsistir
de vez en cuando.
Sería absurdo explicarle
a alguien en Norteamérica
this kind of behaviour.
Son ridículos lazos afectivos,
reminiscences of patriarchal society,
cultural patterns, dirán.
Aquí todo es sencillo:
en el reino de los cielos
hay un disclaimer esperando
por cada queja tuya.
Ha pasado tantísimo
tiempo
desde que yo me fui
de la isla de Cuba
que incluso los recuerdos
parecen de otra persona.
Hice lo que tenía que hacer.
Si aún estuviese allá
tal vez estaría pensando
en venir a este país
o cualquier otro.
No era mi destino
quedarme en un solo sitio.
Pensé que podía partir
y permanecer intacto.

Me equivoqué.

No cabe en el equipaje
la gente que uno ama.

Cambié el calor
por el frío
y no me dieron vuelto.

Vine,
vi
y perdí.

LEAVING HAVANA

No tengo un perrito chino para jugar a despedirme,
no tengo lápiz lapicero,
mis propiedades son pocas.
Patria no es humanidad
es cierto, Martí lo dijo
pero la experiencia indica lo contrario.
Los pasaportes existen,
las fronteras existen.
Miro el rostro de mi madre
miro sus múltiples arrugas
adonde voy una mujer de su edad
puede aún considerarse joven.

Estoy en nuestra casa
finalmente
puedo sentir algo así como afecto
cuando digo “nuestra”.

Ella ha sido
testigo de todas nuestras miserias
de todas nuestras precarias utopías
de todo nuestro inútil sacrificio.
Acaricio la nieve en el cabello de mi abuelo
acaba de cumplir noventa años
él sabe y yo lo sé que no podrá esperar
a que regrese para verle de nuevo:
él partirá yo partiré
es preciso partir.
Dejo mis muertos familiares
dejo mi corazón
me pesa mucho.
Voy a pensar en inglés
voy a hablar en francés
voy a intentar recordar en español.

BERLINSTRASSE II

Una mujer de nariz imposible
guarda mi corazón
en el país de nunca jamás.
Ya me mostraron
la máquina de hacer coffee,
la tostadora, y el molde para el pan.
Ya me explicaron cómo comprar
en una tienda con tarjeta de banco,
cómo sacar mentalmente el porciento de taxes,
cómo usar los cupones y cómo
salvar puntos.
Ya no me quedan dudas
de que el correo funcione,
de que se puedan disfrutar los comerciales,
de que uno encuentre exactamente el producto que busca.
Pero ninguna de estas cosas
me provoca tanto asombro,
ninguna de estas cosas me desmiente el olvido
como el recuerdo persistente
de sus ojos.
En el país de las nieves sufro por una causa ridícula:
puedo sacarme las botas para no ensuciar la alfombra
pero no puedo quitarme una mujer de la cabeza.
En el país de las nieves
casi ninguna demanda
subsiste sin su oferta.
Quiero decir, casi ninguna.

MI PEQUEÑA PATRIA

No es lo que dicen sobre tu cielo tan azul
ni las palmas (esas viudas
desesperadas y tercas)
persistiendo
bajo un sol apocalíptico.
No es el congrí
ni el folclor
ni tu extraña economía
las cosas que se deben recordar.
Tal vez un sentimiento irreductible
de disfrutar la vida a pesar de todo
o la ingenua convicción de que bastaba
salir de allá.
Tal vez los amigos
aunque la mayor parte de ellos también se ha fugado
a cualquier sitio de los cuatro
costados del mundo.
O tal vez la familia que supone
lograrás abrirte paso
porque eres inteligente
y no te falta coraje.
No es el mundo
eso que se nos dijo.
No es tan malo aquí afuera
pero tampoco tan bueno.
No obstante, sobrevivir es tan difícil
que un emigrante debe mandar sus sentimientos
de vuelta a casa,
allá, a esa pequeña isla,
detenida en el tiempo,
donde la vida podía ser
cómodamente miserable.
Patria,
empleé tanto tiempo
en escapar de ti
que casi dejó de valer la pena.
Eres como un bolero de mal gusto
que uno termina por tararear.

CARTAS DE AMOR

Hace ya mucho tiempo
cuando mi mundo era una isla de la que yo quería huir
escribí y me escribieron
cartas de amor.
Yo quería vivir en ese mundo
del cual las cartas de amor que recibía
eran los huecos negros por los que yo podía saber
que el mundo era más ancho que mi isla.
Mujeres
a las que quise
y algunas
me quisieron.
Yo mandé esas cartas por vías diversas
a este lugar al que debía llegar
alguna vez
pero esas cartas y yo
nos demoramos hasta el punto
de hacernos desconocidos.
Mujeres
a las que quise
y todas sin excepción me olvidaron.
En este gris paisaje con nubes de Mcdonalds
y ríos de Pepsi Cola
tener muchos recuerdos
puede ser una desventaja.
Cartas que leo y rompo
sin demasiada emoción.

EL DIA DESPUéS

Son esos días de bonanza
que siguen al caos, son esos días
extraños
en que te levantas con la sensación
de que lo que has vivido no te pasó a ti
sino a un otro que habita bajo tu piel
y que toma el lugar a veces de tu yo cuando se deja
la puerta abierta por descuido
y las alcantarillas del alma
nos inundan
con su olor tan poco refinado.
Pudiste haber hecho cualquier locura
porque tus sentimientos te llevaban cada vez más lejos.
Todos te lo advirtieron
pero eres terco como una cabra
y decidiste que con ella
no tendrías porqué atenerte a las reglas del juego.
Decidiste que podías
andar desnudo en la nieve, decidiste
crear una mujer de tu costilla.
Sí, ahora te preguntas cómo es que pudo ser
y sin embargo
todo eso lo sentiste tan real
como real es ahora tu desconcierto
por el vacío confortable donde habitas,
como real es ahora la conciencia
de que la soledad es una renta
que debe pagarse puntualmente.
La landlady te quiere como si fueras un hijo.
¿Cómo explicar sino que traiga dulces para ti
si eso no está incluido en sus obligaciones?
Ella
es muy amable contigo y también tienes
personas que te quieren.
Pudiste haberte muerto y ser feliz de morir
y sin embargo
la vida persiste.

CLE

Por alguna razón
yo estaba en el centro local de empleo.
La experiencia canadiense determina el empleo,
el empleo determina la experiencia canadiense.
Es un bello ejemplar de círculo vicioso.
El centro local de empleo
con sus letras y números de orden,
sus asientos y pizarras,
su tensión de ventanillas.
Y entre el público que espera
yo esperando también
y un par de adolescentes
de esos que pueden verse
a la puerta de los metros
casi siempre
solicitando a los que pasan algún cambio,
y cuidando de sus perros mucho más que de sí mismos.
El más folklórico de ellos
tenía tatuado todo el cuerpo,
es decir, todo su cuerpo visible,
con la imagen
a tamaño natural
de un esqueleto.
La nariz ennegrecida para lograr profundidad,
cada huesito de falange asomando entre los dedos,
la mandíbula desnuda, cada una de las vértebras
sosteniendo la nuca, cada uno de los huesos
dibujado en su lugar.
Una autentica obra de arte.
Él
podrá vivir
toda su vida
recibiendo los cheques de la ayuda,
vegetando a la puerta de los metros,
y culpando a extranjeros como yo
de venir a desplazarle del mercado laboral.
El funcionario del centro
que haya llenado su expediente
debe haber hecho un esfuerzo meritorio
para disimular.
Ese chico debe ser
un experto en demandas
por discriminación.
Me imaginé a mi mismo,
tatuado de los pies a la cabeza,
sentado frente a frente a un funcionario
del centro local de empleo.
Cargado de mis huesos,
hilvanando las respuestas,
cuidadoso en cada uno de mis actos
para no molestar en tierra ajena,
para no destruir lo que he podido obtener.
Centro local de empleo.
Nadie queda desamparado
en el centro local de empleo.

DESARRAIGO

Si fuera tan sencillo
como decir
es éste mi lugar
o aquel del que me fui
la emigración seria un fenómeno más simple.
Vas a empezar
–te dicen–
una nueva vida
y cuando no lo has hecho
te parece tan lógico
como cambiar de piel.
Entre la isla que arrastro
y el país de los hijos que no tengo
existe el mar,
terreno donde habitan
sin paz ni sepultura
los tantos desdichados
que no tocaron tierra firme.
Yo tengo lo que ellos no alcanzaron.
América me dejó entrar,
y finalmente,
ya comienzo a ser parte de ella.
Debo sentirme dichoso
lo cual, ya de por sí,
es un peso bien grande.
Soy,
un granito más de diáspora
diluida en la nostalgia
de un país al que tampoco ya podría devolverme.
Voy
dejando de ser
cubano por los cuatro
costados.
Uno de mis costados
ya es de aquí
o al menos
ya no es tan de allá.
Limpiando el culo a mi sobrino
pude oír su tierna voz
diciendo thank you
y entonces aprendí
eso que llaman segunda
generación de inmigrantes.
Entiendo a los suicidas en el metro.
Sin embargo, allá en Cuba nadie podría entender
¿cómo es posible suicidarse con la barriga llena?
Escucho a los turistas que regresan felices.
yo también sería feliz pudiendo estar allá
cada vez que quisiese y con dinero.
¿cómo es posible querer escapar del paraíso?
Sí, yo conozco las respuestas
pero no quiero deprimirme.
Tengo que ir al trabajo
y sonreír como se espera.
Aceptémoslo
si bien no tengo grandes ambiciones
tengo al menos
instinto de auto conservación.
Tan lejos de Cuba,
tan lejos de la Habana,
tan lejos de mi casa
me pregunto si es que aún mi casa existe
mientras pago la renta
por el cuarto que habito.
Montréal es un buen sitio bajo el sol
pero nadie va a extrañarme
si algún día me ausento.
Es eso lo que llaman desarraigo.

ELLAS

No hubo nada especial cuando nos conocimos.
Yo estaba preocupado por regresar a casa.
Mi mujer improvisaba escenas de celo
casi continuamente.
No hablé de mi relación,
no dije que era fiel de una manera estúpida,
no renuncié a tener su numero
simplemente lo guardé.
Gracias a esto
la autoestima no se destruye del todo
cuando te dejan.
Gracias a esto
mientras mi ex se acostaba
con alguien que la trató como se merece
yo tuve en mi cama alguien
con quien pude recobrar
el deseo de vivir.
Gracias a esto
cuando mi ex regresó
a tener algo de sexo
con alguien que le tratase algo mejor
y no como se merece
yo tenía también
algo nuevo que contar.
Sí, las personas se utilizan
unas a otras
todo el tiempo.
Hay mujeres cuya función
es limpiarte el camino.
Esto no quiere decir
que valgan menos.
Incluso
tal vez sea todo lo contrario.
Llegan
para mostrarte
que el dolor es pasajero,
que vas a sobrevivir
y que serás feliz
sólo si puedes serlo
en cualquier circunstancia.
No se pueden quedar
porque tus heridas sangran
y lleva tiempo que cierren.
No se pueden quedar
porque merecen algo
mejor que un hombre herido
para sus propias vidas.
No mienten,
no dicen que te aman
ni esperan que lo digas.
Ellas hacen su trabajo
y se retiran de escena.

PUTAS DE SAINTE CATHERINE

Las putas de mi país
no son tan profesionales
como las putas de Sainte Catherine.
Las putas de mi país
pueden creer eventualmente
en príncipes que viajan disfrazados
para encontrarse con alguien que les quiera
no exactamente por el dinero que pagan.
Son bien subdesarrolladas
las putas de mi país.
Les falta mucho del cinismo que aquí sobra.
Pueden llegar a confundir sentimientos con trabajo.
Por eso me sonrío cuando alguien me pregunta
sobre las cosas que extraño en mi país.
Las putas de Sainte Catherine
han desterrado el azar y deambulan como espectros,
protocolarmente se acercan a los carros
que aminoran la marcha.
Las putas de Sainte Catherine
podrían quitarse la ropa
escuchando Pink Floyd
para alegrar el ambiente.
Las putas de Sainte Catherine
saben que todos los lugares vienen a ser la misma mierda
con la excepción de que algunos podrían ser peores.

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